La afición, los artistas flamencos y lo que le cuelga conforman un colectivo heterogéneo de individuos inconformes y puñeteros que nunca y de esto estoy seguro, nunca estarán contentos con nada que se mueva en este extraño arte. Diferencias irreconciliables entre aquellos que creen en el flamenco como una herencia divina de una serie de familias gitanas, claro está, que recorrieron inmensas praderas y profundos océanos para guardar con mimo durante siglos en tierras andaluzas su legado hasta que creyeron preparado al pueblo del sur para degustar tan sublime música y danza, y los otros que están seguros de la evolución de la música flamenco como resultado romántico del mestizaje entre folclores afroamericanos, árabes, andaluces, occidentales o castellanos. Existen los partidarios de llevar el cante, el toque y el baile a los grandes conservatorios, a las facultades y universidades del mundo y los que tienen claro que la barra del bar y el barrio es la única escuela del arte jondo. Por un lado, aquellos que ponen mil pegas y conques a los concursos aun comprando todas la navidades el premio planeta (concurso de literatura) o no se pierdan ni una película premiada con un Oscar (concurso de cine) o un Oso de Berlín para aquellos culturetas. Por otro, defienden que los auténticos cantaores puros son los de los concursos de pueblo que no llenan ni dos filas de asientos pero que se creen con la sabiduría necesaria para dar lecciones de arte a Poveda que ha cantao por soleá en los mejores teatros del mundo y casi siempre con el cartel de no hay billetes en la taquilla. Se me olvidaban los que no paran de quejarse de la poca ayuda de la administración al flamenco pero se mueren de coraje y lo publican en sus muros de Facebook(esa miserable moda de reventar todo loq ue se mueva en las redes sociales aún siendo parte del negocio) cuando se hacen ciclos, festivales y programas de flamenco desde la Junta de Andalucía o la Diputación de turno. Queremos que el flamenco sea universal pero nos revienta que en Pamplona organicen un macrofestival flamenco de gran presupuesto y lleno de estrellas jondas, por no decir lo que nos entra en las tripas cada vez que la primera de televisión española cierra los telediarios con el festival de las minas año tras año de reconocido prestigio y modelo de promoción . Y ahora que hablo de televisiones, sapos y culebras le echamos a La Nuestra, Canal Sur, pero luego emiten cante y no lo ve ni cristo, con perdón, todos los programas son paupérrimos y no tienen ni idea de flamenco por que se equivocaron el número de zapato que calzaba Silverio cuando llegó de Cuba. ¿Qué les pasa a los flamencos? Ni idea, pero todo cambia si la Universidad cuanta con nosotros para conferencias (pagadas claro), o para profesor de conservatorio, si el primer premio del concurso se lo dan a un menda o alguno de la cuerda, o si la Junta me llama para tres teatros en otoño, o si la Tele viene a mi pueblo a grabarme mientras yo canto en la peña o me dice canal sur que vaya a su foro flamenco. ¡Qué cosas! |
¿Qué le pasa a los flamencos?
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Te felicito por este artículo tan clarividente.
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