Aprovechando la concesión de la medalla de Oro de Mairena del Alcor a la figura de Manuel Cruz García, Manuel Mairena, en el próximo Festival de Cante jondo Antonio mairena, me permito la osadía de compartir con vosotros parte de la conferencia que sobre su persona tuve la ocasión de exponer en distintas peñas flamencas de la provincia de Sevilla la pasada primavera. Llenando así el vacío biográfico que Manuel Mairena, uno de los grandes cantaores del pasado medio siglo, tiene en internet.
Manuel Mairena, el cantaor sacrificado.
Manuel Cruz García nace en Mairena del Alcor en la Calle Benardo nº 30 (llamada en tiempos de la dictadura General Moscardó). Hijo del gitano Rafael Cruz Vargas y la castellana o paya, Ángeles García Vanda, matrimonio del que también nacería su hermana Ángeles. Tenemos que recordar que su padre Rafael estuvo casado primeramente con Aurora García Heredia, mujer gitana, matrimonio en el que nacerían entre otros hijos los cantaores Antonio y Francisco.
Manolo Mairena recibe el primer baño de luz allá por el año 1934 y hasta bien entrada la década de los 50 permanecería con sus padres y hermanos en la herrería que regentaba su progenitor.
Así hablaba Manolo de este lugar en una entrevista de Rafael Valera para RNE:
¿Cuál era el ambiente de la fragua de Rafael en tu niñez?
Bastante ardiente. Mi padre era tal aficionado que generalmente había alguna que otra fiesta. Aquello era para vivirlo, porque el flamenco que hacemos nosotros es de convivencia. Después ha habido que ser artista y dedicarse profesionalmente a este arte….Mi padre le montaba espectáculos a Manuel Torre y El Gloria y luego aparecían por allí.
Bajo estas condiciones sociales se va fraguando la figura cantaoras de Manuel que ya desde muy pequeño empieza a cantiñear por saetas…
“…es lo primero que se canta en mi pueblo por ser un pueblo muy saetero. Con trece años conseguí el premio de saetas de Radio Sevilla.”
Aquél primer premio que recibiera de manos del histórico locutor de Radio Sevilla, Rafael Santiesteban le dio cierta fama dentro del mundo cofrade, mundo que siempre estará agradecido al cantaor mairenero por la altura como saetero que llegó a adquirir.
Hay que tener en cuenta que el palo flamenco de la saeta, ese estilo sacro musical a modo de plegarias y rezos flamencos, en aquella década de los 50, conservaba el marchamo de los grandes estilos flamencos y aunque relativamente nuevo era casi obligatorio en los grandes artistas de lo jondo como Manuel Vallejo, Pastora Pabón y Antonio con los que llegó a cantar en la semana de pasión sevillana.
No es de extrañar que con esta escuela Manuel Mairena llegara a ser uno de los mejores intérpretes de saetas de la segunda mitad del siglo XX, añadiendo a los matices y maneras de las saeta jerezana por seguiriya, sus portentosas cualidades cantaoras provistas de enorme fuerza y fuelle, dos cualidades básicas para los cantes de balcón, allá por La Campana de mitad de siglo.
Fínjanse que en año 56, Manolo se saca el carnet de artista con la intención de participar en el I Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, idea que su hermano Antonio se encargó se borrar de su cabeza por creer éste que no estaba lo suficientemente maduro. (22 años)
Eran los tiempos de los tablaos y el menor de los Mairena decide irse al madrileño Corral de la Morería en el que actuaría durante un año, este formato artístico dio de comer a muchos flamencos que por unas razones u otras no contaban para las grandes “troupes” de la ópera flamenca que, debido en parte al movimiento neoclásico que estaba surgiendo, estaba perdiendo fuerza en el panorama flamenco.
Como otros grandes cantaores decide pasar por la Universidad del cante “patrás”, el cante para el baile. Sería en la Academia de Enrique el Cojo, donde Manuel iría adquiriendo los conceptos del ritmo y compás tan necesarios a la hora de interpretar el cante, sin olvidar que era un enamorado del arte de la danza flamenca, al que le gustaba darse una patá o vueltecita como se decía antes. En esta insigne academia acompaña a una extraña pareja con la que recorrerá toda España y Europa, la compuesta por José Udaeta y Susana Audeu , catalán él y suiza ella. Esta peculiar pareja flamenca contaba con el cante de José Mercé y Pepe el de la Matrona, al que sustituye Manuel Mairena.
Participa en el controvertido concurso de la Llave de Oro del Cante a la que su hermano Antonio dotó de la solemnidad e importancia que difícilmente hubiera encontrado en ningún artista de la época. En la entrevista de Rafael Valera que publicó la revista flamenca El Olivo nos narra Manuel su experiencia en Córdoba del 62:
“Aquello fue el descubrimiento, que yo le canté a Farruco y a Carmen Carrera, y a los dos premiaron en el baile. A mí no me dejaron entrar en el concurso y además Antonio no quería pujar con su hermano el más chico…Así que yo canté
Y no le faltaba razón, por suerte conservo la grabación del mítico concurso cordobés en la que se puede disfrutar del monumental cante del Manolo.
Posteriormente marcharía de gira internacional con la compañía de Manuela Vargas, bailora que contó siempre con grandes cantaores para su arte como Fosforito, Naranjito de Triana, Chocolate, Curro Malena o el Beni de Cádiz.
Precisamente estando en Londres con Manuela es solicitado en su pueblo para disputar la Antorcha de Oro del cante, hablamos ya del año 65, de hecho la organización corrió con el gasto del viaje. Como antecedente Manuel había conseguido el Catavino de Plata de Sanlúcar, la Saeta de Sevilla y el premio Tomás Pavón en el concurso Nacional de Córdoba en el que también fueron premiados José Meneses por el premio de Tomás El Nitri y Canalejas por el de Juan Breva, todo en este año
Días más tarde del triunfo de la Antorcha en su pueblo natal deja escrito José Antonio Blázquez en ABC:
Bajo la noche alta de Mairena, en Los Alcores, como un delirio doloroso-el cante es sentimiento-sonó la queja seguiriyera de Manolo
Ahora sí que te llamo
Con fatigas grandes
Porque me veo desamparo
Y sin caló de nadie…
Manuel que no se veía consagrado dejó impreso que “Para ser buen cantaor hay que subir una cuesta muy larga” pero su carrera había tomado un enorme impulso. Tras su actuación comentó: Yo cante para el jurado pero me salieron tan bien las cosas que el público se volvió loco. Es el premio de más valor que he conseguido”
No podemos perder de vista que por aquella época Mairena era el epicentro de lo jondo y triunfar en su Festival significaba licenciarse en cante grande.
Como anécdota me contó su sobrino que tras el festival de aquel año la fiesta duró hasta bien entrada la mañana en la que Manuel entonó por Rafael, el “Yo soy aquel” de forma que se partieron to las tablas de los soberaos maireneros.
A partir de entonces empieza a participar de forma asidua y de la mano de su hermano Antonio en numerosos festivales, el nuevo formato de espectáculo que abanderará la etapa precisamente llamada por los estudiosos y flamencólogos “De los Festivales”.
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