O de recoger los frutos que lo mismo da. La piel de Andalucía quemada por el sol está rubia de trigales, tiempo de siega. El campo Rubio de la vega se cree un inmeso mar dorado. Rubio, como el primer apellido del conocido como Miguel Vargas, cantaor morisco de nacimiento y paraeño de adopción que cumpliría 70 años si aquel fatídico 26 de junio de 1996 no le hubiese visto la cara negra a la parca.
Aquel Rubio sigue dando frutos a quién guste del cante grande. Miguel Vargas no era un artista ni un creador, era un cantaor de lo jondo, nada más ni nada menos, un intérprete solemne y serio del genuino cante andaluz. Su sonido recuerda al terruño, al plateado de los olivos y a lo diáfano de la era. Su cante evoca a la verdad limpia y sobria. Hijo de su tiempo, amarró los cantes del Gallina, Pericón, Varea o El Culata en aquellos Liceos flamencos que representaban los Tablaos madrileños en los 70. Se hizo discípulo de Mairena y comulgó con Moreno Galván para dejarnos una pírrica pero apasionante discografía.
El profesor José Cenizo editó un libro "El cante por derecho. Semblanza de Miguel Vargas" con un estudio pormenorizado de sus grabaciones, tanto poética como estilísticamente además de una biografía del cantaor. Hace unos días, los cantaores José de la Mena y Manuel Castulo participaron en el XV Memorial Miguel Vargas celebrado en "El Cormacal" de Paradas y Trabilitran se une a su recuerdo para que nunca caigan en el olvido los grandiosos registros de este labrador jondo.
Cuando caen las calurosas tardes de junio enmudecen las cigarras y se acelera el aire. En esa hora justa del venteo, mientras se pierde la luz poquito a poco me siento bajo el limonero de mi patio, me bebo soñando el elixir por tientos del maestro Miguel y brindo por su memoria.
Sus letras al campo andaluz me suenan a las de "El Cabrero", luego el cante Miguel Vargas lo veo más jondo que los de El Cabrero.
ResponderEliminarUn saludo.
José Mª Ortega
ortegadebe@hotmail.com
Bonito recuerdo a Miguel Vargas, bonito y merecido.
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