Bernardo de los lobitos



Hace algún tiempo que descubrí a José Álvarez Pérez, que era el nombre del cantaor alcalareño, Bernardo de los lobitos. A veces pienso que mejorar lo hecho por alguno de estos maestros en tarea inútil. Agustín Gómez, el crítico cordobés dijo que era la ternura en el cante, el Azorín de la copla flamenca, que cantaba como un pájaro, con el sentimiento de un alma en pena, en definitiva: un maestro.Acertada definición para alguien que llega a lo más hondo del alma con la delicadeza de una pluma pero la certeza de un bisturí.
Pero vamos al principio. Nació en Alcalá de Guadaira el día de reyes del año 1887. Su familia, Los Corruga, formaban parte del colectivo que le daba sobrenombre a la ciudad, los panaderos. Pronto se traslada a la capital hispalense, con cinco años, trabaja en una fábrica de seda, seda que desde entonces recubriría su delicada garganta, instrumento preciso y precioso que lo hace debutar en el Salón Piñero de Algeciras para ir a buscarse la vida artística a Sevilla al Café Novedades(1903), como Niño de Alcalá, sobrenombre que cambiaría ya en Madrid por el de Bernardo de los lobitos debido a una bulería que interpretaba en el Café de la Magdalena y que había oído a un montañés, con la estremecedora letra:

Anoche soñaba yo
que los lobitos me comían
y eran tus ojitos negros
que me miraban y me decían:
Por dios no me desampares
que yo he perdió el calor
de mi pare y de mi mare.


En el Villa Rosa alternaría con Fernando El Herrero, Manuel Escacena y Antonio Chacón. En esta época sería imprescindible en fiestas y colmaos, enrolándose después en importantes compañías con Pastota Pavón, Manuel Vallejo o José Cepero durante la ópera flamenca.
Llegó a hacer algunos festivales en la época de renacimiento, a partir de los 60, junto a Mairena, Talega o Perrate. Gana el concurso nacional de cante por cartageneras, tiene guasa, ¿en?, con ¡78 años!, olé el flamenco y los flamencos.
En el capítulo discográfico, sería en los años 20 cuando sus majestades de la guitarra, Ramón Montoya y Niño Ricardo le acompañaran en sus primeras grabaciones. Su aportación en la mítica Antología de Hispavox en el 54, le concedería un puesto en la historia del flamenco. En plena fiebre antológica graba otra con Perico del Lunar hijo en Méjico en el 67.
Su discografía pide a gritos una recopilación completa, no solo por la importancia historia y el carácter de cantaor puente que tiene el de los lobos, sino porque en el 2010 su voz suena a verdad, sabe a eternidad. Bernardo fue uno de esos cantaores como Tomás Pavón o Mojama, poco reconocidos en su momento pero que por sus cualidades musicales, afinación, ritmo, cuadratura y carga emocional han traspasado el umbral de nuestra época para ser considerados imprescindibles, y en caso de Bernardo además sus vivencias con prácticamente la génesis del flamenco, los creadores de los cantes tal y como los conocemos hoy día, así como la entrega de ese testigo a figuras como Morente que ha reconocido su pasión por el de Alcalá, lo convierten en un maestro y un histórico de nuestro arte.
En el próximo programa de Trabilitran ahondaremos en su figura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario