En esta ocasión, la cervecería Fundación "El Bulli" es la protagonista, entre otras cosas porque acaba de cumplir 50 años al servicio de su clientela.
Antigua zapatería, su fundador la convirtió en carpanta (nombre con el que se designa en esta tierra a las tascas, despachos de vinos...) tras comprobar que tenía más público sus tertulias alrededor del vino y las aceitunas "gordales", que los remiendos de calzado.
Juan, que era su nombre, tenía dos hermanos que también regentaron sendas tabernas, una en la calle Ancha y otra en la Plaza Las flores, hoy, Plaza Antonio Mairena. El espíritu que Juan le imprimió al bar, sigue vigente. Cacahuetes, aceitunas, chochitos (altramuces) o bacalao en cuaresma siguen siendo los manjares que se despachan acompañando a una de las cervezas más frías y sabrosas de la tierra, acompañada de buena tertulia.
Tras el fallecimiento de éste, Antonio “El Choro”, se hizo cargo del local. Llegó con un moldeador rizado, difícil de olvidar, aficionado al Athletic de Bilbao, al que siempre que juega cerca va a animar. No duda en disfrazarse de Papa Noel cada navidad y no hay vecino o cliente que pase por la puerta que no le dedique alguna palabra, casi siempre de sorna.
Mantiene el establecimiento, que no alcanza a tener más de 5 ó 6 metros cuadrados, muy bien decorado con fotos de flamencos de Mairena, de su Bilbao o de Antonio Barrera, torero residente en esta localidad y cliente de “El Bulli”.
Aquí se hace una “porra” con los partidos del Sevilla y Betis, muchos días se organizan guisos de arroz o “sopeao” (especie de salmorejo o gazpacho a la forma mairenera), en definitiva un típico bar, con todos sus tópicos pero lleno de encanto e historia.
Para el cincuentenario, “El Choro”, organizó todo un acontecimiento con bebidas y comida gratis para todo el que quisiera disfrutar durante todo un fin de semana, en los que colaboraron su clientela o Cruzcampo, y en la que muchos de los hosteleros locales pasaron a felicitar y entregar obsequios.
En el caso del "Bar Mairena", del que hablaremos en otra ocasión largo y tendido, se le hizo entrega del “Mandil de oro”, en presencia del Alcalde y Teniente-alcalde de Mairena y se recitó una especie de poesía, desprovista de métrica y talento, pero que hicieron emocionar a Antonio.
Brindemos por otros 50 años de este rincón con solera, chin-chin.
Oda al bulli
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